Entrevista a Adela Cortina, por Javier Rodríguez Marcos 28 ENE 2015 para El País. com

“Dividimos todo entre carcas y progres; es imposible el diálogo”

La catedrática de Ética Adela Cortina, retratada en Madrid. / Gorka Lejarcegi

Adela Cortina (Valencia, 1947) viaja casi cada semana a Madrid desde su ciudad natal para acudir a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. En 2008 se convirtió en la primera mujer que ingresaba en esa institución, fundada hace casi siglo y medio. Ganadora del último Premio Nacional de Ensayo por su libro Para qué sirve realmente la ética (Paidós), esta vez ha venido a participar en un coloquio sobre filosofía. Al día siguiente, tomará un tren a las seis de la mañana. A las nueve y media le espera en Gandía un grupo de empresarios. Además de catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, Cortina es directora de la Fundación Étnor (Ética de los Negocios y las Organizaciones), que contribuyó a fundar en 1991. “Somos cien voluntarios y tres trabajadores”, dice de la fundación. Serán los tres empleados mejor tratados de España. ¿no? Ella oye la pregunta y se ríe: “En esta vida nunca se sabe”.

Pregunta. Esta debería ser la entrevista más fácil del mundo.

Respuesta. ¿Por qué?

P. Por su oficio. Los catedráticos de ética no mienten, ¿verdad?

R. ¡Pues claro! Los de ética y los de sociología y los de derecho.

P. No es lo mismo.

R. Es cierto, las gentes dan por supuesto que somos intachables, y cuando hablan conmigo están todo el rato justificándose. Lo mío es una cuestión académica y luego, en el terreno de la vida, intento ser consecuente, pero no hay nadie incorruptible.

P. ¿Unas épocas son más éticas que otras? Llevamos una temporada…

R. Hay que juzgar las épocas en su contexto. Mis alumnos no soportan que los filósofos griegos den por buena la esclavitud, pero no es lo mismo el siglo IV antes de Cristo que el XXI. Cuando les digo que a lo largo de la historia ha habido un progreso moral me responden: “Ahora también hay esclavitud”. Cierto, pero cuando aparece es una noticia que sale en los periódicos porque ya no la toleramos.

P. ¿El progreso moral nos hace ser más exigentes pero somos cívicos de boquilla?

R. Tal vez, pero más vale ser Sócrates insatisfecho que loco satisfecho. El progreso moral viene de la insatisfacción ante el funcionamiento del mundo. La gente dice que ahora hay una crisis ética precisamente porque ha existido ese progreso.

P. Usted dirige una fundación para la ética de los negocios. ¿Le hacen caso?

R. He llegado a recopilar hasta 20 términos de nuestro ámbito en el mundo de la empresa: responsabilidad social corporativa, banca ética, banca solidaria… Ves eso y te dices: ¿cómo es que ha habido una crisis tremenda?

P. ¿Hay sitio para la moral en la lógica del beneficio?

R. Ninguna actividad humana puede quedar más allá del bien y del mal. Uno no se quita la ética como se quita el sombrero. No todo vale. Una empresa debe satisfacer las expectativas legítimas de todos sus afectados. No solo de los accionistas, también de los trabajadores, los clientes, el medio ambiente… El beneficio es el motor, pero la meta debe ser satisfacer esas expectativas.

P. ¿No cree que el motor se ha convertido en el fin?

R. Eso es lo malo. Los autores clásicos de la economía —como Adam Smith, que era catedrático de Filosofía Moral y al que tanto critican— pensaban que si las empresas funcionaban bien habría más riqueza y, por tanto, más igualdad. Si cambiamos el motor por la meta, la empresa se ilegitima desde el punto de vista social. Es ilegítimo y poco inteligente, porque actuar éticamente aumenta la probabilidad de permanecer en el medio y largo plazo.

P. ¿Las empresas llaman a su fundación y les dicen “hágame ética?”.

R. Muchas piden un código y que lo hagamos todo nosotros. Eso no nos interesa. La otra forma es tener reuniones con los jefes, con los trabajadores, con los afectados… También hemos hecho algo en lo que creo que somos los primeros del mundo: una auditoría ética.

P. ¿Para quién?

R. Para Mercadona.

P. ¿Podemos ir al súper con la conciencia tranquila?

R. Yo diría que sí, pero no hagamos propaganda.

P. ¿No teme que les encarguen una auditoría para sacar pecho?

R. Nosotros no ponemos sellos ni damos premios. La responsabilidad social debería ser un instrumento de gestión, una medida de prudencia y una exigencia de justicia. Esta frase me salió una vez de corrido y ha tenido la mar de éxito.

P. Habla usted de justicia y alguna vez ha criticado el uso del término bienestar porque le parece ambiguo.

R. Hablar de bienestar resulta engañoso porque da la impresión de que se van a conseguir sociedades lo más placenteras posibles. Perdón por la cita, pero es de Kant: el bienestar es un ideal de la imaginación mientras que la justicia es una exigencia de la razón. ¿Cómo se imagina uno su bienestar? ¿En una isla del Pacífico con un cocotero? ¿Pero una sociedad está obligada a pagar el cocotero? No, está obligada a pagar las exigencias de justicia de la gente para que ella organice su bienestar, para que elija una vida que luego tenga razones para valorar. Cuando dijeron “no podemos pagar el Estado del bienestar”, tiraron al niño con el agua de la bañera.

P. Para algunos, lo importante es la igualdad de oportunidades; para otros, la igualdad material.

R. Lo que ocurre es que hemos llegado a un nivel excesivo de desigualdad que no solo es injusto en sí mismo sino que pone en peligro la democracia. Cuando Rousseau habla de las bases de la democracia dice que necesita una sociedad medianamente homogénea para que todos quieran empujar en la misma dirección. Las diferencias radicales desaniman. Como dice el premio Nobel de Economía Amartya Sen, la pobreza es falta de libertad.

P. Individualmente y dentro de Foro + Democracia ha hecho usted propuestas de regeneración: primarias obligatorias, listas abiertas y eliminación de la disciplina de voto y de las donaciones anónimas a los partidos… ¿Los políticos le han hecho más caso que los empresarios?

R. Parecido. Lo positivo es que hay una sociedad civil en ebullición. Eso de que los intelectuales están callados es mentira. Hay muchas propuestas que buscan la justicia social.

P. ¿Por qué no las escuchamos?

R. En parte, porque tendemos a dividirlo todo de antemano entre carcas y progres, y eso hace imposible el diálogo. Hay temas que la sociedad estaría dispuesta a discutir pero nos dividimos de entrada. Sin diálogo no hay democracia. Es lamentable la partidización de la vida pública. Dices algo y te contestan: “Eso lo dice el PP”, o “lo mismo dice el PSOE”. No, perdona, esto lo digo yo. Que no nos partidicen.

P. Es imposible hacer ahora una entrevista en España sin hablar de Podemos, pero en su caso tiene sentido porque sus dirigentes citaban en un artículo en este periódico su idea de que en los años ochenta empezó en España una época de “rebajas morales”. ¿Lo leyó?

R. Sí, también citaban la idea de Aranguren de que la democracia se estaba desmoralizando.

P. ¿Y era cierto?

R. En aquellos años empezó la cultura del pelotazo, la idea de que cualquier actuación está bien con tal de conseguir lo que uno busca. Nació el capitalismo de casino, el boom de la construcción. Todo valía con tal de ganar.

P. Usted se fue a Alemania en la Transición en busca de una ética cívica que sustituyera a la moral tradicional. ¿La encontró?

R. Cogí el avión para Alemania el 15 de junio de 1977, el mismo día de las primeras elecciones democráticas, y tuve que votar por correo. Venía el cambio y muchos decían: “Desaparecerá la moral nacional-católica y todo estará permitido, no habrá una ética de todos los españoles”. Nos preguntamos si había una ética cívica —la moral de la vida cotidiana— y, a la vez, una fundamentación para la ética desde un punto de vista filosófico. No son lo mismo. En Alemania encontré la ética del discurso de [Karl-Otto] Apel y [Jürgen] Habermas, y hemos intentado ligar esa rama con la rama española, que es muy buena, la de Unamuno, Ortega, Zubiri, Laín, Marías, Aranguren…

P. ¿Hay que universalizar los valores occidentales o admitir el multiculturalismo?

R. Si son libertad, igualdad y solidaridad, sí. Si son el economicismo y el pelotazo, mejor dejarlos donde están. Y si son los otros, habría que encarnarlos, porque todo el mundo dice: “Los valores occidentales están en peligro”, y los que los estamos poniendo peligro somos nosotros. ¿Igualdad y solidaridad? ¿Dónde están? Los valores occidentales habría que empezar por universalizarlos en Occidente.

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Kant en el supermercado

Nadie más lejos que Adela Cortina del intelectual aislado en su torre de marfil. Doctorada con una tesis sobre Dios en la filosofía trascendental kantiana,esta mujer fibrosa cambió la metafísica por la ética después de foguearse con los titanes de la Escuela de Fráncfort, uno de los grandes semilleros del pensamiento europeo. Nada humano le ha sido ajeno desde entonces: ni un ensayo especializado sobre neurociencia, ni un manual de bachillerato sobre Educación para la Ciudadanía. Con la cátedra de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia como lanzadera, Cortina ha participado tanto en la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida como en una fundación (Étnor) destinada a promover las buenas prácticas en los negocios. Allí intervino en la “auditoría ética” encargada por la empresa de supermercados Mercadona.

Autora de títulos como Ética mínima (1986) o Ética sin moral (1990), su último libro —Para qué sirve realmente la ética— le ha valido el Premio Nacional de Ensayo. Algunos premiados en otras categorías rechazaron el galardón para protestar contra el Gobierno. Ella lo aceptó. Era su forma de reivindicar la filosofía y, cómo no, la ética, en un momento en que se reduce su presencia en la educación: “Cuando se desmoraliza a la sociedad terminan faltando recursos morales para tirar adelante”.

Tomado de: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/28/actualidad/1422473990_559561.html

Nacer en un barrio humilde: ¿una condena permanente a la pobreza? Luis Fajardo, para BBC Mundo

El País. 6 ENE 2015
LA CUARTA PÁGINA

Digitalización y desempleo, el nuevo orden

No estamos ante una suerte de Tercera Revolución Industrial. Las máquinas ‘inteligentes’ han hecho desaparecer modelos de negocio. Habrá que administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso
(Catedrático jubilado de Ciencias de la Computación y del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia)

Un nuevo orden económico con serias consecuencias para el empleo se ha instalado entre nosotros sin que las autoridades europeas, por descontado tampoco las españolas, ni las patronales ni los sindicatos parezcan haberlo comprendido. Incluso en Estados Unidos, cuna y eje del desarrollo digital, están disparadas las alarmas. Las sinergias que se derivan del desarrollo de las ingenierías del software, robótica, telecomunicaciones y microelectrónica, han creado memorias más rápidas y baratas, mayor movilidad y ubicuidad de la información, máquinas inteligentesque combinadas con otras ramas del conocimiento como la medicina o la climatología, por ejemplo, han generado todo un universo nuevo: el de la digitalización. Un universo que, como ocurriera en su día con la electricidad, embebe los hábitos humanos y condiciona la cantidad y la calidad del empleo. Más que la sustitución del hombre por la máquina, es la aparición de nuevos productos y costumbres los que asolan muchos empleos.

Las implicaciones y preocupaciones de este nuevo orden han dejado de ser preocupaciones exclusivas de los tecnólogos. Los economistas finalmente les prestan atención (Foreing Affairs, julio-agosto; The Economist, 4 de octubre) y ya aceptan que el optimista principio de la “destrucción creativa de empleos” no se cumple esta vez. La pérdida de empleos provocada por la digitalización no encuentra contrapartida con la creación de otros que equilibrarían la balanza. Ni siquiera las start up, tan pregonadas como fuentes de empleo, funcionan. El pasado mes de septiembre, en Boston, la comunidad científica reconoció, a partir del censo americano de empresas, que aquellas llevan años reduciendo su capacidad para generar empleo. Las que sobreviven son autoempleo o tienen menos de cinco trabajadores. Instagram o WhatsApp no superan los cien empleados a pesar de haber alumbrado productos rompedores que fueron adquiridas por las “grandes ganadoras”, que pagaron cantidades fastuosas por ella. Pero esos ingentes desembolsos de capital no tienen traducción positiva en el mercado laboral. Unas inversiones similares durante la era industrial hubieran supuesto la creación de miles de puestos de trabajo. Cuando Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, ante miles de emprendedores afirmaba hace unas semanas en la plaza de Las Ventas en Madrid que las start up generaban empleo no decía la verdad.

Mientras Schmidt, cuya empresa, con sus portentosos desarrollos tiene un modelo de negocio con preocupantes variedades de monopolio, niega la realidad, en Europa se la ignora directamente. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, en su conferencia en Jackson Hole del pasado agosto sobre Desempleo en la zona euro, no dedicó ni un minuto de la hora larga en la que intervino a analizar los efectos sobre el mercado laboral de la tecnología. Draghi se limitó a la tradicional relación entre política monetaria y empleo, ignorando que la economía actual no puede explicarse solamente en términos propios de la era industrial. Esta carencia apareció de nuevo en la reunión de Milán de octubre del Consejo Europeo, incapaz de concretar presupuesto alguno para “medidas activas en favor del empleo”, una expresión acuñada en lo mediático pero hoy vacía. Desgraciadamente, el empleo disponible, como la energía, es un recurso escaso que habrá que administrar racional y democráticamente. En la digitalización, la UE no sabe hacia dónde dirigir sus recursos. De hecho, muchos se preguntan si las líneas de I+D que financia, acaban siendo más productivas para las monopolísticas multinacionales digitales que para el empleo europeo. Una desorientación que puede llevar a repetir episodios como los vividos en España, que ha dejado la discusión a empresarios y sindicatos con muy dudosos balances sobre su eficiencia.

La coincidencia temporal de la consolidación digital con la crisis económica complica el análisis cuantitativo de sus efectos en el mercado de trabajo; pero no parece temerario asegurar que la estructura laboral asociada a los extraordinarios desarrollos digitales implica que se destruyan más empleos de los que se alumbran. La digitalización no debe confundirse como una suerte de Tercera Revolución Industrial. Frente a los cambios que dieron resultados tangibles, el universo digital lleva a cabo también tareas cognitivas de resultado inmaterial. Robots, ordenadores y redes, conjunta o separadamente, han impregnado conductas haciendo desaparecer trabajos y modelos de negocio. El ritmo de cambio es impresionante: en la actualidad se hacen más fotografías en un minuto que en todo el siglo previo a la liquidación de Kodak en 2012, las relaciones interpersonales son radicalmente nuevas, existen robots que trabajan respetando la seguridad de la persona, cursos masivos abiertos y gratuitos que ponen en tela de juicio el formato de enseñanza universitaria, se atisba el fin de la Galaxia de Gutenberg después de cerca de seis siglos de existencia…

El producto digital, sorprendentemente, aúna valor creciente y coste decreciente. Es casi inagotable y está siempre disponible para personas y máquinas; tiene una enorme capacidad de acumulación y crecimiento por su uso (el trabajo del propio cliente lo expande, lo mejora y produce ganadores únicos en un mercado cuyos modelos de negocio sólo pueden comprenderse por su universalidad y monopolio); y un coste marginal casi nulo de su reproducción.

La industria, además, ha cambiado su cadena de fabricación: diseña con programas escritos por otros, que trabajan lejos de quien fabrica; usa realidad virtual para hacer los costosos prototipos de antaño; la logística de proveedores y clientes se ejecuta telemáticamente; la vieja factoría reduce su superficie con la robotización avanzada… Lo digital hace que lo industrial se haga terciario. Más allá de la deslocalización, la industria no disminuye, se redefine.

En las relaciones cotidianas desaparece la intermediación, y con ella centenares de miles de puestos de trabajo. El autoservicio es una fuerza imparable que nació con el supermercado y la gasolinera, siguió con el comercio electrónico y ahora se sitúa directamente contra el empleo al difuminarse los papeles de productor y consumidor de la ingenuamente celebrada economía colaborativa. Los empleos se liman (el usuario releva a taxistas, hoteleros o agentes inmobiliarios y hasta quiere fabricar objetos en casa con impresoras 3D). Nada de todo esto ocurrió porque sí. Al preguntarse ¿tendrán empleo quienes hagan Apps para Apple, conduzcan para Uber, sean hoteleros Airbnb, etcétera? Decidieron que sí. En España esta desintermediación se practica a lomos de la economía sumergida, propia del desempleado desesperado, y de la autosatisfacción de un usuario, cada vez más ocupado y menos empleado.

Participar, sin más, en una carrera tecnológica con Estados Unidos no es lo más inteligente, entre otras razones porque las condiciones de partida de España son muy distintas. De entrada, los empleos en los que se ocupa la clase media española están muy afectados por la crisis económica. La única fortaleza reside en los servicios a la persona. La solución, se dice, está en la educación; pero a corto y medio plazo poco va a ayudar a los seis millones de parados. Si se elabora una relación de empleos que: a) existan o puedan existir en breve. No los que podrían darse si hubiéramos actuado de otra manera en el pasado; b) que se ofrezcan en suelo español. No en California ni en China ni siquiera en Alemania, y c) que estén sin ocupar a causa de la supuesta falta de formación de los millones de personas no empleadas o subempleadas que tenemos. La lista es corta. La solución educativa ocupa al menos el tiempo de una generación para dar resultados; no resuelve el nuevo orden entre digitalización y empleo.

A lo lejos se vislumbra la alternativa siempre polémica de repartir el trabajo. Una posibilidad que supera a la tecnología y que abre un arduo debate político. Mientras tanto, las élites deben entender el nuevo orden que ya se ha instalado con lo digital.

 Fuente: http://elpais.com/elpais/2014/11/26/opinion/1417007783_866858.html

Impactos psicológicos de las situaciones sociales

Es ya un lugar común afirmar la relación existente entre condiciones sociales generales y estado psicólogico o psíquico de las personas pero, a pesar de ello, establecer con precisión el modo en que dicha relación se produce, la manera cómo se manifiesta y más importante, cómo estudiarla sigue siendo una tarea aún no concluida. El artículo que de seguidas presentamos, tomado de la edición digital del diario El País (http://elpais.com), de España, es una excelente muestra de los estragos subjetivos que determinadas situaciones sociales, en especial aquellas que alteran la normalidad en la existencia, pueden causan en muchos individuos, familias y colectividades.

La crisis española aumenta la depresión y ansiedad en los niños

http://politica.elpais.com/politica/2014/11/04/actualidad/1415118885_260641.html

“Mi madre está en paro y yo no puedo ayudarla”

Familias relatan problemas de depresión y ansiedad en niños que viven en hogares diezmados por la crisis

Los psicólogos critican una atención pública insuficiente

Luis Miguel Sanz era directivo de una empresa de maquinaria de frío industrial. Su hijo le veía salir de casa en corbata. Un día Sanz se quedó en paro, dejó de poder pagar su hipoteca, pasó a estar siempre preocupado. Emprendió una huelga de hambre para reclamar la dación en pago y pedir que le perdonaran la deuda pendiente, 100.000 euros. Por aquellas fechas a su hijo mayor, de 10 años, le cambiaba el carácter. De alegre y responsable se volvía taciturno y rebelde. Sanz decidió denunciar en los medios al banco y eso empeoró el estado del menor. El colegio, en Guadalajara, alertaba de que había bajado mucho su nivel de estudios. El niño perdió la autoestima, empezó a preguntar si se iban a quedar en la calle, a llorar sin motivo. Tardarían aún en descubrir que además estaba sufriendo bullying (acoso) por parte de sus compañeros. Le rodeaban y, mientras le pegaban, le preguntaban: “¿Ahora eres pobre? ¿Te veremos buscando en la basura?”.

Muchos menores están dando señales de que la preocupación que se respira en sus casas les ha afectado. El pediatra Jesús García, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, explica cómo lo exteriorizan: “Sufren ansiedad, crisis de angustia, excitación, trastornos emocionales, o de pronto dejan de aceptar los límites, se vuelven más rebeldes… Los adolescentes pueden llegar a menospreciar la vida propia o ajena, tener más inclinación por adicciones o desarrollar sexualidades precoces”, dice. “Perder el soporte de unos padres destrozados provoca inseguridad y temor”.

En España ha crecido el número de menores bajo el umbral de la pobreza, denuncia Unicef, que los cifra en 2,3 millones. A pesar de este aumento, el número de ayudas (gasto en servicios sociales, becas comedor…) destinadas a menores han caído casi un 15% desde 2010 (6.370 millones), año hasta el que se había mantenido una tendencia alcista.

No hay datos de cuántos menores están deprimidos por los problemas económicos de sus padres. La Sociedad de Psiquiatría Infantil aporta estimaciones de menores deprimidos en general: 1,1% hasta los 6 años, entre 1,8% y 2,3% desde los 6 a los 14 y entre 4% y 5% en adolescentes. Algunas entidades dedicadas al tratamiento de menores con problemas afirman que tienen más demanda, como la Federación catalana de Entidades de Atención y de Educación a la Infancia y Adolescencia (Fedaia). En julio denunciaron el aumento de problemas de salud en los menores cuyas familias sufren problemas económicos. Marta García, de la junta directiva, dice que España debería incrementar la inversión en políticas sociales dirigidas al menor, que es el 1,4% del PIB, por debajo de la media de la UE: el 2,1%.

El pediatra Jesús García explica que lo habitual es remitir a los menores que dan muestras de depresión al psicólogo y, si no mejoran, al psiquiatra. Guillermo Fouce, presidente de Psicólogos Sin Fronteras, afirma que el sistema público tarda unos cuatro meses en atender a los afectados y que, una vez aceptados, las visitas tienen lugar una vez al mes en los casos más graves y cada tres meses en el resto. “Una atención seria debe tener asiduidad semanal”, afirma. Por otro lado, muchas familias, precisamente por sus problemas económicos, no pueden recurrir a la red privada. “Pagar las visitas cuesta y se espacian demasiado”, afirma la psicóloga Silvia Álava. “No tenemos casi programas de ayuda a los menores”, dice la psicóloga Lila Parrondo. “Los chavales que peor lo están pasando lo tienen complicado. La mayor parte de la atención que reciben es por parte de colegas que no cobran”.

María, 51 años, tiene dos mellizos de 14. Vive en Carabanchel (Madrid). Trabajaba de secretaria de dirección, pero se quedó sin empleo en febrero de 2012. “Tengo el carácter agriado”. Uno de sus dos mellizos, Nacho, le preocupa mucho. Ella querría que estudiara más. Él se siente culpable porque no puede concentrarse. “Este año me he cambiado de colegio para ver si cambia mi actitud porque no hacía nada”, dice el menor. “Mi madre se preocupa, pero no doy resultados. Cuando la veo triste por el paro, me pongo triste yo también. No puedo ayudarle”. La quinesióloga María Docavo le atiende gratuitamente, aunque le ve con asiduidad variable. “Su madre tiene mucho estrés y él sentimiento de culpa”, dice. “La reacción instintiva es ponerse en situación de ataque, huida o parálisis. En los niños se ve claro, pero los adultos no entienden y los culpan. Eso no ayuda”.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, ante la ausencia de datos públicos cualitativos, ha puesto en marcha una encuesta a familias perjudicadas. Hace dos semanas publicaron un avance de ese sondeo en Cataluña con 1.200 familias. Según sus datos, el 10% de los niños y el 7% de las niñas están “casi siempre” tristes.

El menor que sufrió bullying pasó siete meses en el psicólogo (público), pero nada cambió. Un día le dijo a sus padres que creía que era mejor no vivir. Lo derivaron al psiquiatra. Lleva un año y medio medicado. “De momento nos dice el psiquiatra que no le puede quitar la medicación”. Su padre consiguió la dación en pago y el perdón de la deuda. Actualmente viven en un chalé que han ocupado y el temor a que les echen de casa sigue presente.

Atención gratuita para personas sin recursos

La ONG Psicólogos Sin Fronteras asistió el año pasado a 180 personas, de las cuales 50 eran menores. Guillermo Fouce, presidente de la ONG (también “desbordada”), denuncia que el sistema público tarda unos cuatro meses en atender al afectado y que, una vez aceptado como paciente, las visitas tienen lugar una vez al mes en los casos más graves y cada tres meses en el resto. Una atención psicológica seria debe tener asiduidad semanal, afirma.

La ONG atiende en Andalucía, Cataluña, Madrid y Navarra con su programa A bajo coste, que presta tratamiento a un precio muy bajo (13 euros la sesión para personas que cobran 426 euros, por poner un ejemplo). “Es bueno cobrar algo, si no la gente muchas veces abandona”. También acompañan a familias a punto de ser desahuciadas en Madrid y Valencia si La PAH ve casos con posible peligro de suicidio.

Además, algunos terapeutas están ofreciendo sus servicios de manera gratuita. El año pasado abría Psicología solidaria en el Centro Social Autogestionado Tabacalera, en la capital. Pero no atienden gratuitamente, sino a a cambio de servicios para la comunidad. Atienden a 50 personas. Los beneficiarios tienen que devolver la atención recibida ayudando en la biblioteca, trabajando en fiestas para recaudar fondos… Por ahora no atienden a menores. En San Sebastián acaba de empezar a andar la iniciativa Psicosolidaria. Atienden por el momento a tres adultos. Prevén atender a menores. Al igual que en Tabacalera, cobran en habilidades sociales. El padre o la madre del menor devolvería el tratamiento cocinando o ayudando en una mudanza. En Madrid y Sevilla también funciona la red Psicólogos Solidarios, que cobra un 50% de lo habitual en consulta.

http://www.el-nacional.com/elias_pino_iturrieta/Picon-Salas-cincuenta-anos-despues_0_549545050.html

Picón Salas, cincuenta años después

Elías Pino Iturrieta

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 Un ensayo de Mariano Picón Salas sobre el año venezolano de 1936 ofrece luces sobre la penetrante mirada del autor, y viene como guante de seda para ponderar la importancia de un intelectual cuando coloca su trabajo al servicio de la sociedad. Advierte entonces los enigmas que esperan después de la muerte de un tirano de largo mandato, las resistencias del pasado frente a una realidad hecha en el molde de una obligada modorra y las posibilidades, prometedoras pero complicadas, de orientarse hacia una convivencia diversa después de tres décadas ominosas. Pone la lupa en la primera gran transición del siglo XX, para iluminar y entusiasmar con cautela una incertidumbre jamás sentida. Ahora, cuando se cumplen cincuenta años de la muerte del autor, la memoria de ese notable texto invita a pensar en la entidad de sus servicios y a mirar hacia una obra mayor del pensamiento y la literatura, que se debe tener presente en las vicisitudes de la actualidad.

Una obra que no se satisfizo con mirar desde la atalaya del pensador, debido a que tradujo sus reflexiones en realizaciones concretas que han perdurado. Aquí destaca su papel de colaborador en la fragua de la democracia, haciendo de animador de los partidos modernos y de asesor de los líderes enfrentados a los desafíos de un país tan anhelado como inédito. Allí estuvo Picón Salas convertido en artífice del cambio social, escribiendo papeles para la solución de los problemas y estrenándose como burócrata en despachos incipientes. Generalmente no se aprecia esa actividad, o apenas se considera, debido a que la opacan sus realizaciones de mayor trascendencia cuando saca las letras del papel para volverlas herramienta de modernización. Se trata de aportes tan considerables como la renovación de la pedagogía a escala nacional, la fundación de nuestra Facultad de Filosofía y Letras de la UCV y la creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. ¿No sale Venezuela, debido a ese legado, de una etapa para entrar en otra, dinámica y desafiante, que aún alimenta las esperanzas de buena parte de la ciudadanía frente a los valladares de la barbarie?

El interés por la valoración de los detalles pudo sugerirle el camino de la praxis social, no en balde aparece como una constante de su labor historiográfica y literaria. La apreciación y el enaltecimiento de las minucias habitualmente subestimadas, el regodeo en las peculiaridades de diferentes sociedades y personajes, abren surcos de entendimiento, pero también de sobresaliente belleza, debido a los cuales descubre realidades que nadie había apreciado con tanta propiedad. De allí la escritura de libros imprescindibles que lo convierten en ensayista de estatura continental porque mira, como nadie jamás antes, hacia personas comunes a quienes respeta y ama: Viaje al amanecer, descripción y sentimiento de las raíces andinas; Intuición de Chile, admiración por una colectividad disciplinada en sentido constructivo; Despedida do Brasil, o el encandilamiento ante variedades y exuberancias; Gusto de México, la mirada hasta lo más profundo de las sociedades dominadas por el poder europeo; y Pedro Claver, el santo de los esclavos, documentación e imaginación en el clímax. Así llega a la escritura de un volumen fundamental para la interpretación de la mentalidad forjada en las colonias convertidas en repúblicas: De la conquista a la independencia: tres siglos de historia cultural latinoamericana, exaltación de las maravillas de una sensibilidad deslumbrante y sugestión de una urdimbre integracionista cuyo tejido sigue pendiente.

No hay espacio para detenerse en las letras que Picón Salas deja a Venezuela como materia particular de reflexión, la mayoría de obligante lectura por la calidad de las explicaciones y por la hermosura de la prosa. Mencionamos, sin embargo, para que el lector de hoy las tenga presentes: Miranda, Comprensión de Venezuela, Historia intelectual de Venezuela, Suma de Venezuela y Los días de Cipriano Castro, tal vez el mejor anzuelo para una pesca inicial en la profundidad de sus aguas. Sin olvidar que también fue, como se trató de sugerir al principio, lúcido apuntador de épocas enrevesadas. Viene, pues, como anillo al dedo.

Murió Ulrich Beck, un gran observador de nuestro tiempo

Uno de los intelectuales alemanes más prestigiosos

Tenía 70 años. Falleció por un ataque cardíaco. Había sido colaborador frecuente de Clarín

Ulrich Beck durante su visita de marzo pasado a la Argentina. E. Miguelez

Ulrich Beck durante su visita de marzo pasado a la Argentina. E. Miguelez

  • Marcelo Cantelmi

Ayer se informó en Munich que el notable sociólogo alemán Ulrich Beck murió este primero de enero a los 70 años, víctima de un infarto de corazón.
Profesor emérito de la Universidad de Munich y de la London School of Economics, era uno de los intelectuales más prestigiosos de Europa y un gran idealista. Amigo profundo del filósofo Jürgen Habermas, fue siempre crítico duro del nacionalismo que comenzó a irrumpir nuevamente en Europa amenazando la integración. Beck sentía que su propio país demolía la unidad, como también lo hacia un sistema económico que definía como el de la “sociedad del riesgo global”.
Hace pocos meses estuvo en Argentina para presentar su último libro “Una Europa Alemana”, donde desarrollaba esa crítica a Berlín y a Angela Merkel de haber eludido el desafío de europeizar a Alemania y elegir el camino puesto.
Beck defendía de modo conmovedor para quienes pudimos conocerlo y escucharlo en su casa de Munich, la idea de “un imperativo cosmopolita” de igualdad económica, welfare y diversidad cultural que produzca un individuo que admire al otro más por sus diferencias que por sus semejanzas. Un tremendo mensaje para esta era.
En una de las columna que publicó en Clarín en la que se colocó del lado de los indignados del movimiento Occupy, los describió como “quienes conforman el nuevo precarizado, quienes no se pueden dar el lujo de un seguro de salud. Que contraen deudas para estudiar. No son los superfluos, ni los excluidos, no es el proletariado: es la clase media la que protesta en las plazas públicas. Eso le quita legitimidad y estabilidad al sistema”.
Observador filoso y provocador de la crisis global de 2008 y sus consecuencias de desigualdad, afirmaba que no hay país “lo bastante fuerte para sacar al resto de la ciénaga … Se evidencia hasta qué punto todo está interconectado: si un Estado quiebra, amenaza con arrastrar a otros consigo”. Y postulaba que los actuales riesgos financieros desencadenan esa visión cosmopolita que obligue a una cooperación concreta aunque los líderes mundiales no vean motivo para hacerlo.
Beck cobró renombre en 1986 con “La sociedad del riesgo”, un libro en el que describió los cambios que producía en la sociedad un desarrollo industrial no regulado. La obra fue traducida a 35 idiomas. Ese pensamiento lo amplió a lo largo de su vida planteando que deberían darse las condiciones para que “no sea la economía la que domine a la democracia”, en un ambiente trasnacional. Y se esperanzaba porque al fin de cuentas “el adversario más contundente y perseverante de la economía financiera global es la economía financiera global misma”.