La verdad sobre el mito de la tecnología

 

La tecnología es una oportunidad para reexaminarnos.

 

por Tom Chatfield, experto en cultura digital, para BBCDomingo, 29 de junio de 2014

La tecnología es una oportunidad para reexaminarnos. Muchos optimistas están convencidos de que la tecnología puede cambiar la sociedad. Pero la realidad es mucho más interesante.

Durante una conferencia a finales de 1968, el sociólogo estadounidense Harvey Sacks abordó una de las grandes fallas de los sueños tecnocráticos.

Siempre habíamos tenido la esperanza, argumentó Sacks, de que «con sólo introducir una fantástica máquina de comunicación nueva, el mundo se transformaría». En vez de eso, sin embargo, hasta nuestros mejores y más brillantes aparatos tienen que acomodarse a las prácticas y supuestos existentes en un «mundo que tiene la organización que ya tiene». Sacks puso como ejemplo al teléfono. En Estados Unidos fue introducido en los hogares durante el último cuarto del siglo XIX, y la conversación instantánea a través de cientos y hasta miles de kilómetros parecía casi un milagro. Para la revista Scientific American, era el principio de «nada menos que una nueva organización de la sociedad, un estado de cosas en las que cada individuo, por más aislado que estuviera, tendría a la distancia de una llamada todos los otros individuos en la comunidad, para resolver un sinfin de complicaciones sociales y comerciales…», según decía su editorial en 1880.

 

Uno de los grandes sueños tecnocráticos es transformar la sociedad con cada máquina de comunicación nueva.

 

Uno de los grandes sueños tecnocráticos es transformar la sociedad con cada máquina de comunicación nueva. Uno de los sueños tecnocráticos es transformar la sociedad con máquinas. Pero el desarrollo de esa historia no llevó tanto una «nueva organización de la sociedad», sino a que se vertieran las conductas humanas existentes en moldes nuevos: nuestra bondad, esperanza y caridad; nuestra codicia, orgullo y lujuria. La nueva tecnología no trajo consigo una revolución repentina. En vez de eso, hubo un denodado esfuerzo para ajustar la novedad a las normas existentes. El más feroz de los primeros debates sobre el teléfono, por ejemplo, no tenían que ver con la revolución social sino con la decencia y el engaño. Tom Chatfield cree que la relación del progreso tecnológico y el humano es más una aspiración que un hecho. La tecnología nos da una oportunidad para reexaminarnos, según Chatfield. ¿Qué significaba el acceso de interlocutores invisibles a la santidad de la casa? ¿Qué implicaba para los miembros del hogar que eran crédulos y corruptibles, como las mujeres y sirvientes? ¿Era deshonroso charlar si uno no estaba vestido apropiadamente? Tales eran las preocupaciones cotidianas de los usuarios de teléfono en el siglo XIX, que eran correspondidas por las empresas teléfónicas que intentaban garantizar el decoro de sus abonados. Como Sacks también dijo, cada nuevo objeto es, por encima de todo, «una oportunidad para volver a ver lo que podemos ver en todos lados», y quizás el mejor objetivo de cualquier escrito sobre tecnología es tratar a la novedad no como un fin sino como una oportunidad para reexaminarnos.

El pintoresco mito geek

Desde todo punto de vista, la nuestra es una era preocupada con la novedad. Muy a menudo, sin embargo, no ofrece un camino a la perspicacia sino a una ceguera sorprendente sobre nuestras propias normas y supuestos. La aceleración tecnológica no puede continuar indefinidamente. La aceleración tecnológica no puede ser indefinida, opina Tom Chatfield. Piense en la letanía de números que se usan para formular cada comentario sobre la tecnología moderna: a finales de 2014 habrá más celulares en el mundo que gente; hemos pasado del lanzamiento de la tableta en 2011 a que éstas pasen a ser la mitad del mercado global de las computadoras personales en 2014; el 90% de la data del mundo fue creada en los últimos dos años; los teléfonos de hoy son más potentes que las supercomputadoras del pasado, etc., etc., etc. Se trata de una historia en la que tanto las máquinas como sus capacidades aumentan eternamente, arrastrándonos en su viaje exponencial. Tal vez el mito geek determinante de nuestra era, la Singularidad, anticipa un futuro en el que las máquinas cruzan un horizonte de sucesos tras el cual su intelecto supera al nuestro. Y aunque la mayoría de las personas son indiferentes a tal destino, el afán apocalíptico que encarna es muy familiar.

Seguro que es sólo cuestión de tiempo -reza la teoría- para que finalmente nos escapemos, aumentemos o de alguna manera superemos nuestra naturaleza y emerjamos en una nueva fase de la historia humana. . O quizás no. Porque, aunque el progreso tecnológico y científico es en efecto algo asombroso, su relación con el progreso humano es más una aspiración que un hecho establecido. Nos guste o no, la aceleración no puede continuar indefinidamente. Podemos tener el anhelo de escapar de nuestra carne y nuestra historia, pero las personas que nos estamos reinventando vienen equipadas con la misma gama de belleza y perversidad y con los mismos y muy humanos errores. Con el tiempo, nuestros sueños de una tecnología que departa de la mera actualidad y nos lleve con ella llegarán a parecer tan pintorescos como esos caballeros victorianos que se ponían un traje de tres piezas y corbatín antes de hacer una llamada telefónica.

 

¡ En mangas de camisa!: una falta de decoro de este caballero victoriano.

Victoriano hablando por teléfono

 

 

 

 

Tecnología, demografía y los trabajos del futuro

 Martes, 24 de junio de 2014
Hombre con computadora

Ha habido una revolución en el mundo laboral.

Nadie previó internet, la invención de la imprenta o la Revolución Francesa. Hoy más que nunca, en un mundo en permanente cambio tecnológico y económico, el futuro es un terreno que por definición nadie jamás ha pisado.

Pero el presente nos ofrece pistas y tendencias, como indicó a BBC Mundo Robert Bednarzik, co-autor de «30 años de panorama laboral de la OECD (Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económico)» y ex funcionario del departamento de Trabajo estadounidense.

«Las dos tendencias más claras son la tecnología y la demografía. Los trabajos que veremos en los próximos 10 y 20 años tendrán un fuerte componente tecnológico y estarán muy influidos por el hecho de que la gente vive cada vez más tiempo y eso va a requerir una gama cada vez más amplia de trabajos para atenderlos», señaló a BBC Mundo.

La tecnología

Desde la Revolución Industrial en el siglo 18 la tecnología ha cambiado el mundo destruyendo puestos laborales, creando nuevas ocupaciones y transformando el panorama económico-social.

Los artesanos del siglo XVIII y XIX fueron borrados por la mecanización. A fines del siglo XX la robotización industrial y la revolución electrónica y digital sacaron del mercado a obreros, oficinistas, empleados bancarios, telefonistas y asistentes.

 

«Esta revolución se ve muy claramente en el campo. Hace 100 años en Estados Unidos uno de cada tres trabajadores estaba empleado en una granja. Hoy casi toda la producción está mecanizada», señala Bednarzik.

La robótica ha dado pasos gigantescos para sustituir la fuerza humana con la automatización.

Las computadoras detectan fraudes y hasta enfermedades con más precisión que los humanos.

Según un estudio de la Universidad de Oxford en 2013, que examinó 700 tipos de trabajos en Estados Unidos analizando su vulnerabilidad a un mundo computarizado, un 47% podrían ser automatizados en las próximas dos décadas: el transporte, la administración y logística de una compañía se encontraban entre los empleos de «alto riesgo».

«Los trabajadores tendrán que moverse a tareas que requieren más creatividad e inteligencia social. Tendrán que mejorar estas habilidades laborales», señala Carl Benedikt Frey de la Universidad de Oxford.

Este mundo teconológico dividido a nivel laboral en empleos de baja, media y alta cualificación tendrá un profundo impacto en la estratificación económico-social.

«Siempre ha sido así. La educación, en este caso tecnológica, está marcando el tipo de trabajo al que se accede. La diferencia ahora es que aumentará mucho la diferencia de ingresos entre los alta y bajamente cualificados», señala Bednarzik.

Manos

La tecnología y la demografía definirán el futuro laboral.

Ciencia ficción y realidad

Uno se puede imaginar yendo a la oficina en un coche volador como el Pal-V que hizo su primer vuelo en 2012 e imaginar un tráfico aéreo urbano superpoblado de naves que sobrevuelan edificios para posarse en una terraza y ser atendidos por robots en la oficina.

Nunca hay que descartar estos escenarios de ciencia ficción que, desde Julio Verne en adelante, muchas veces han anticipado con precisión el futuro.

Pero investigaciones en Estados Unidos y el Reino Unido indican claramente que muchos de los puestos de trabajo que aparecerán en el futuro serán simplemente reemplazo de los que existen hoy.

«Desde los trabajos que requieren una cualificación profesional como contadores o abogados hasta los que exigen una cualificación media como carpinteros o albañiles, hay una amplísima variedad de empleos que simplemente experimentarán un reemplazo generacional o una movilidad laboral. Gente que se jubila y otra que cambia de trabajo y deja el puesto vacante», señala Bednarzik.

Desempleado

El presente ofrece pistas sobre el futuro laboral.

Cada vez más viejos

La tecnología, el mejoramiento de las condiciones de vida (calefacción, refrigeración, etc.) y los avances médicos han producido un cambio radical en la composición demográfica de la población moderna.

A principios del siglo XX la expectativa de vida media a nivel mundial era de 31 años: hoy es de 69 años.

Una proyección indica que para el 2030 la mitad de la población de los Estados Unidos tendrá más de 65 años.

«Se necesitarán desde médicos y enfermeras hasta empleados administrativos especializados y hospitales para atender esta creciente demanda. Es unos de los sectores del mercado laboral que más crecerá», señala Bednarzik.

Y no se trata únicamente de países desarrollados.

Según Raymond Torres, director del Departamento de Investigación de la Organización Internacional del Trabajo, la misma tendencia se observa en América Latina.

«La región experimentará el mismo impacto tanto tecnológico como demográfico, de manera que el efecto sobre el empleo no diferirá mucho del que tendrá en las naciones desarrolladas», indicó a BBC Mundo.

El futuro laboral en desarrollo

Empleado

Casi la mitad de los empleos podrían ser automatizados en dos décadas.

Esta similitud con el mundo desarrollado se debe principalmente a dos factores.

«La brecha tecnológica se ha achicado. Avances tecnológicos como el celular o el internet se diseminan por todo el mundo muy rápidamente. Todavía hay una diferencia en los extremos, entre Alemania y Bangladesh, pero se ha achicado mucho, entre Alemania y Argentina o Brasil. Al mismo tiempo el crecimiento de una clase media en América Latina, Asia e incluso en el Africa Subsahariana, impone determinados modelos de consumo», señaló Torres.

La demanda de educación, bienes culturales, ocio y turismo son rasgos carcterísticos de la clase media de todo el mundo.

Lo mismo sucede con el acceso a la salud y la extensión de la expectativa de vida.

Según la Organización Panamericana de la Salud, la expectativa de vida en América Latina y el Caribe aumentó de una media de 29 años en 1900 a 74 años en 2010, por encima del promedio mundial, y apenas por debajo del de la Unión Europea (75,3 años).

«Esto implica que, al igual que en el mundo desarrollado, habrá un crecimiento de los empleos que no puedan ser robotizados. Es decir, menos demanda de trabajo rutinario y más del que necesita un desarrollo de habilidades tecnológicas, creativas y de interacción social», subraya Torres.

No todas son rosas

Desempleados

Se está acentuando el fenómeno del trabajo en negro.

Este lado luminoso del desarrollo económico-social mundial y regional, coexiste con uno más oscuro.

«El trabajo está cada vez más fragmentado. No hay estabilidad laboral ni a nivel de los empleados ni de los directores: las mismas firmas contínuamente cambian de dueños. La tendencia a la precarización laboral no es exclusiva de América Latina. En el mundo desarrollado vemos la misma tendencia. Mientras que en la región la clase media aparece como un fenómeno positivo, en los países ricos vemos una clase media en crisis», indicó Torres.

La globalización ha acentuado un fenómeno casi crónico de América Latina: el trabajo en negro.

Según la OIT hay un 47% de informalidad en el mercado laboral de la región: trabajadores que no contribuyen ni tienen cobertura social o previsional.

A pesar de los esfuerzos de varios gobiernos regionales y la propia OIT esta infromalidad será una realidad del empleo futuro regional.

 

Entre los futurólogos del mercado laboral hay un debate no solo a nivel regional sino mundial en cuanto a cual será la suma final de esta ecuación de trabajos perdidos a la tecnología y ganados con nuevas innovaciones y capacitación.

Entre los optimistas se encuentran medios como el semanario británico The Economistconvencido que, al igual que en el pasado, la tecnología creará muchos más empleos que los que destruirá.

Raymond Torres plantea algunos interrogantes a este panorama.

«Algunos autores auguran que el impacto neto será por primera vez en la historia negativo y no permitirá crear suficientes empleos como para cubrir el vacío. Es un gran debate hoy. Por el momento en la OIT no tenemos un análisis lo suficientemente riguroso como para contestar a esta pregunta», indicó a BBC Mundo.

Nuevos materiales de apoyo

 

En las páginas respectivas de la asignaturas Teoría Social y Estructura Social Venezolana correspondientes al semestre 2014-1 han sido incorporadaas sendas Guías Analíticas para apoyar la lectura de los textos obligatorios y un Cronograma con algunos ajustes en las fechas, en el caso de E.S.V.